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19 de marzo, 2015

Historias en cuadros: una reinterpretación de la colección del MAT.

Detenerse a observar una colección es un ejercicio de reflexión que nos lleva a preguntarnos por la unidad y la identidad de ese conjunto. Historias en cuadros. Colección MAT, quiere ampliar esa mirada reflexiva abriendo nuevas posibilidades de lectura al incorporar otros objetos, imágenes e historias que enriquecen la interpretación de las valiosas piezas de su colección. A partir de diversos núcleos temáticos, los invitamos a reencontrarse con algunos de nuestros clásicos. Muchas preguntas y algunas respuestas surgirán de este ejercicio que muestra cómo las colecciones son dinámicas y siempre ofrecen miradas que amplían la experiencia del arte y del patrimonio.

Femenino / Masculino  

La preocupación por representar el cuerpo humano atraviesa a la Historia del Arte en toda su extensión y  es un aspecto fundamental del aprendizaje artístico.

Pero la figura humana  no aparece en la tela tal cual es, sino que el artista siempre pone su propia subjetividad  sobre el cuerpo representado. A medida que avanza el siglo veinte, el género tradicional del desnudo excede  sus propios límites. Un desnudo no tiene ropas. Pero tienen posturas, gestos, que indican cómo cada época ve al cuerpo humano.

A las diferencias que existen entre las formas  del cuerpo masculino y el femenino, se agregan aquellas que los roles sociales de cada género implican, y  esto influye  en la manera en que se representan.  El recato, la maternidad, la pureza son los vestidos de muchas de las modelos mujeres desnudas. Los hombres se arropan con la fuerza y la virilidad que simbolizan sus músculos. 

Emblemas nacionales: el gaucho

La figura del gaucho ocupó un lugar central en la construcción de la identidad  nacional  desde fines del siglo diecinueve. El modo en que se lo representó  en las artes plásticas así como en la literatura y la música, sufrió modificaciones a través del tiempo. Matrero, sabio, rebelde, soldado, payador, son algunas de las caracterizaciones que adquirió de acuerdo  a las ideas vigentes en cada momento.

No obstante, a medida que avanzó  el siglo XX, el gaucho  ocupó un lugar inédito: el de los nuevos medios masivos como el cine y la televisión. Un personaje emblemático que se  incorporó  al consumo de masas evocando sentimientos de pertenencia y tradición. Este gaucho moderno también tuvo su versión de  exportación, simplificado y romantizado según el gusto extranjero. Así, hacia los años cuarenta,  recobró el carácter de “exótico” que había tenido  para muchos de los primeros pintores viajeros que recorrieron nuestro territorio.

El norte Argentino

Desde finales del siglo diecinueve  hasta fines de los años 20,  el viaje a Europa  había sido una instancia consagratoria en el aprendizaje de los artistas argentinos. Una oportunidad única en la que el alumno no sólo podría incorporar los fundamentos clásicos del arte tradicional, sino también empaparse de las nuevas reglas sociales modernas y las tendencias en boga.

A partir de la década del 30, el contexto económico y social del país impulsó  a muchos artistas  a cambiar de rumbo, eligiendo como destino las provincias del norte de la Argentina. En ellas y en el estudio de sus paisajes y sus tipos  étnicos, sus historias y la  paleta de su arte, distintos artistas encontrarán no sólo  modelos e inspiración para la expresión sino también un vehículo de sus preocupaciones  por las temáticas sociales.

Desde los años de 1920 las inquietudes por forjar una identidad nacional definida desde el regionalismo y la cultura popular comenzaron  a tomar fuerza. La región del Noroeste (NOA) ejerció un particular atractivo por la riqueza de las culturas antiguas y las vigentes. Muchos  artistas que se radicaron allí por largas temporadas pintando y asimilando ese particular entorno de cruce entre lo regional y la pervivencia de lo hispánico colonial.

Escenarios históricos: la Plaza de Mayo

Desde la fundación de Buenos Aires en 1580, la plaza Mayor-, después  plaza de la Victoria y de Armas-se constituyó  en el punto neurálgico por excelencia de la vida de la ciudad. .

Es a partir de la Plaza, escenario de la defensa contra las invasiones y de la Revolución de Mayo, donde comenzó  la expansión que convertiría al pequeño poblado colonial en moderna metrópolis. Desde entonces hasta hoy, en sus márgenes se concentran las principales sedes cívicas, religiosas y militares. La Casa de Gobierno, la sede de Legislatura porteña, la Catedral, la guardia civil y el ejército.

A lo largo de la historia convergieron allí festejos, protestas y episodios claves   de la identidad argentina. Identidad siempre dinámica, que a su vez, renueva constantemente el valor simbólico privilegiado de la plaza.

Benito Quinquela Martín

Benito Quinquela Martín fue un artista excepcional. Un personaje único, gracias a su producción artística pero también más allá de ella.

Fue coleccionista de arte y  también muy metódico a la hora de archivar los folletos y catálogos de muestras en las que participó. Por eso  hoy el Museo Quinquela Martín en La Boca cuenta con un   importante patrimonio documental  y de  de obras tanto de Quinquela  como de sus contemporáneos.

Es importante también destacar e el compromiso social de Quinquela Martín para con la comunidad y su  barrio,  La Boca del Riachuelo.  El artista pintó  murales para decorar hospitales y escuelas y donó terrenos para fundar la Escuela de Artes Gráficas para Obreros. A los 14 años ya participaba en la vida política del barrio repartiendo volantes y pegando carteles en la campaña que llevó al Dr. Alfredo Palacios a ser el primer diputado socialista de la Argentina y Latinoamérica. También fue uno de los involucrados en lograr la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas diarias.

«Los hombres no valen por lo que tienen, ni siquiera por lo que son, valen por lo que dan»

En un tono más irónico e irreverente es importante su participación en laa  creación del Primer Salón de los Recusados, en 1914, para todos aquellos artistas que habían sido rechazados por el recientemente creado Salón Nacional y, en 1948, la creación de la Orden del Tornillo.

La Orden del Tornillo

En la década del 40, artistas, escritores y pintores comenzaron a reunirse en la torre del atelier de Benito Quinquela Martín. Allí surgió   la idea de homenajear a todos aquellos personajes a quienes consideraban ‘locos”: gente creativa y especial a la que ‘le faltaba un tornillo’. El 18 de abril de 1948, Quinquela es elegido Gran Maestre de la hermandad, que se hizo conocida como la Orden del Tornillo.

Desde entonces, disfrazado con un traje de almirante con tornillos en vez  de botones, Quinquela entregaba uno al personaje homenajeado con el consejo de ‘no atornillarlo demasiado, siempre es mejor tenerlo un poco flojo para poder crear’.

Imagen / Palabra

Los movimientos pictóricos no se dan de modo aislado, muchas veces se generan en contacto directo y de modo simultáneo al desarrollo literario.

En el caso del pintor viajero Johann Moritz Rugendas, sus obras están  visiblemente teñidas  por el romanticismo literario de la época donde la pasión y los sentimientos se imponían por sobre la razón.  Sus paisajes   muestran  lo sublime: la naturaleza en su infinita belleza vista como manifestación de fuerzas sagradas.

El vínculo ente el arte y la literatura se fortaleció hacia fines del siglo diecinueve. Graciano Mendilaharzu, artista perteneciente a la Generación del 80, encarnó el espíritu del realismo académico. Sus obras reflejan el pensamiento positivista que afirma que no hay conocimiento auténtico si no es científico.

Por su parte, los artistas de la Generación del Centenario (1910) encarnan el idealismo espiritual que, tanto en la pintura como en poesía, ve en la geografía un elemento vital para determinar el tipo de expresión artística. El paisaje entendido como una expresión de la identidad nacional era su apuesta.

Ary Brizzi: geometría y diseño

En la primera década del siglo veinte, el arte geométrico nació bajo el signo de la aplicación de formas ideales prescindiendo de la representación de la naturaleza. A fines de los años cincuenta, el estudio de las leyes de la visión dotó a la geometría de otro atractivo e interés. La nueva tendencia se proponía borrar los límites entre la pintura, la escultura, la arquitectura y el diseño y exploraba la sensación de movimiento que producen ciertas formas sobre el plano. Nacieron así el arte óptico (movimiento virtual) y cinético (movimiento real), del que Ary Brizzi (1930-2014) fue un destacado protagonista. Unir todas las artes, proponer objetos artísticos de consumo, dirigirse al “al hombre en sus posibilidades sensibles y perceptivas”, por medio de una geometría de la luz y su vibración, era su apuesta. A fines de la década del sesenta, el diseño, la disciplina que estudia el proceso para la creación de nuevos objetos, vivía un momento de apogeo. En este contexto, Brizzi sumó la estética de sus pinturas a muebles y objetos decorativos. La transparencia del acrílico que crea luces y destello, fue uno de los materiales favoritos que combinó con los tradicionales. Sus ambientes diseñados en base a la expresión de colores planos y formas geométricas, redefinen el entorno extendiendo la estética a la experiencia cotidiana. Brizzi también creó pequeñas obras producidas en serie, los “múltiples”, que ampliaron el público y difundieron desde el juego y la decoración la idea de un “arte para todos”.

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José Murature, pintor de las agitadas aguas de la Nación

José Félix Murature (Génova, 1804 – Buenos Aires, 9 de agosto, 1880) fue un marino y pintor argentino de origen italiano que se distinguió por su participación como capitán de navío en la Guerra del Brasil (1825 – 1828), en las posteriores guerras internas argentinas del siglo diecinueve, y por último en la Guerra del Paraguay (1864 – 1870), en la que se desempeñó como jefe de la Escuadra Nacional.

Años antes de que la educación artística se institucionalizara en Buenos Aires, realizó pinturas en las que dejó testimonio de episodios navales centrales para la historia de nuestro país, algunos de los cuales él mismo protagonizó. Así como sucede en los campos de batalla pintados por Cándido López -también soldado de la guerra del Paraguay-, el interés de Murature no fue el de lograr una narrativa dramática de aquellos combates sino legar a la posteridad una descripción minuciosa de los navíos y su posiciones.

El MAT expone la colección del Museo Naval de la Nación (MNN) en una colaboración  que nos permite pensar la relación entre ciertos géneros, como la marina, y la construcción del relato histórico. La intención documental – tanto en la composición de sus cuadros como en los títulos que elige darles- es evidente, Murature decide mostrarnos episodios que considera son hechos cruciales para la fragua de la patria y la defensa del territorio. Amigo del Almirante Brown y su gloriosa gesta,  propone héroes y hazañas para consolidar un discurso sobre la identidad de la joven república.