Alberto Klix (Salta en agosto de 1944). Pintor autodidacto. Lo que sabe de artes visuales comenzó a practicarlo con los poetas salteños de la década del sesenta: Manuel Castilla, Cuchi Leguizamón, Jaime Dávalos, entre otros. Aprendió a escucharlos y a interpretarlos gráficamente. Empezó como ilustrador a los 17 años y mas tarde trabajo en el “Tribuno”, de su ciudad natal, donde interpretaba los versos y las historias de los poetas.
Pintaba paisajes al óleo: Los pueblitos de Cachi, Molinos, Ceclantás, en los valles calchaquíes. Hacia cubismo sintético y le importaba más la atmósfera que el paisaje en sí. Salta y Santiago del Estero tuvieron la oportunidad de conocer esa parte de su obra.
Cuando llego a la capital, tenía 25 años. Le llamo la atención el ambiente del microcentro, la vida acelerada de la ciudad.
Entonces empezó a cambiar la pintura por el dibujo. Consideraba que éste, limitado por su obra a los recursos únicos del blanco y el negro y de sus valores intermedios, era un desafío mayor. Sabia que, por medio de la línea y el claro oscuro, podía crear un clima que, en su opinión, se adaptaba mejor a la vida agitada y gris que quería representar.
Expuso en algunas galerías porteñas.
Los personajes principales alrededor del cual giraba sus obras eran:
Pedro Microcentro, un empleado bancario que soñaba con ser un gran empresario, ministro de economía o alguien importante.
María Dólar, de Latino América, una mujer gorda, a menudo desnuda, medio diabólica y con dólares como cabello, que ejercitaba permanentemente la seducción.
Con este tema, Klix hizo una muestra de dibujos en blanco y negro en el Palais de Glace. La componían algo más de una treintena de trabajos a pluma. La temática lo atrajo durante una década en la que presento varias exposiciones.